lunes, 21 de octubre de 2013

Nuestra universidad


Por las últimas noticias educativas, sabemos que este año el presupuesto para la UCLM será muy reducido, por lo tanto, nuestra universidad de Castilla-La Mancha pasará la temporada como un animal herido de muerte. No es nada novedoso, porque se trata de estrangular todo lo referente a servicios públicos, como ya ha ocurrido en la enseñanza secundaria y primaria, y en otros sectores como el sanitario. Es curioso que gran parte de las partidas presupuestarias de la región vayan destinadas a un cementerio, el cementerio nuclear de Villar de Cañas. Esto nos hace pensar que en esta tierra no se siembran semillas de futuro, pero sí se prefiere que sea un estercolero de todo lo inservible, en definitiva, que esto sea un terreno baldío, un páramo para mínimas actividades agrícolas y algunas recreativas, lúdicas como la caza.
Nuestra universidad es una de las realidades y motores más importantes, que precisamente ha hecho región, ha unificado el territorio, y ha conseguido que nuestros jóvenes no tuvieran que emigrar ni arrastraran ese complejo de inferioridad, por no tener posibilidades de formación. Pero son aquellos nostálgicos de otras épocas, los que sostienen que no se puede tener "una universidad en cada pueblo", sin tener en cuenta que los campus universitarios manchegos han propiciado en algunas ciudades más movimiento económico que un polígono industrial. Pero además, utilizando la jerga futbolística, por primera vez hemos podido "tirar de la cantera" para encontrar enfermeros, ingenieros, profesores. Sin embargo, al mismo tiempo que se recorta en universidad pública aparece, como los tentáculos de un pulpo, la publicidad de las universidades privadas, que quieren pescar en el río revuelto de los recortes de la educación pública.

El cine es el arte total


 
 
Las declaraciones del ministro Montoro sobre la mala calidad del cine español no son otra cosa que el ataque desmedido de la derecha política hacia un sector, que no está ideologizado, pero que en algunos momentos puntuales de nuestra historia reciente los cineastas han alzado la voz ante lo que creen injusto y grave, como fue la intervención en la guerra de Irak. Por lo tanto, al igual que ocurre con los productos catalanes, el cine español para una parte de la población de este país es de baja calidad, malo, malísimo, simplemente porque de vez en cuando hay expresión de opiniones distintas. Entonces, como un frente común, alineados con marcialidad militar, muchos españoles declaran al unísono sobre la inutilidad de este arte, cuando se trata de productores, directores y actores españoles.
El cine es el arte total, aglutina todos los géneros, y como en otros tiempos lo fue la ópera, el espectador puede observar toda la grandeza del género creativo. En una película hay toda una clase de lengua y literatura, porque se dan la narración, la poesía y el teatro, en las dosis suficientes para que haya un buen equilibrio, sin embargo, la base fundamental del cine es el arte audiovisual por la evocación de las imágenes, la calidad de la fotografía o el ritmo de la banda sonora. Además el séptimo arte es un ejercicio de sociología de toda una comunidad, por eso, al igual que una selección de deportistas representa un país, más importante aún es que el cine refleje la vida de una nación, la alegría y la miseria de sus gentes. Recuerdo que en una entrevista el director Pedro Almodóvar confesaba que le encantaba ver las películas españolas del franquismo, que algunas eran muy malas, pero que eran el testimonio, la imagen de sus calles, el colorido del Madrid de la época.
Que nos quede claro, de una vez por todas, que al cine le hace falta subvención, ayuda económica, escarnio y críticas ya tiene bastantes. En el proceso creativo no podemos igualar al cineasta con la soledad del pintor ante su lienzo o la del poeta ante la página en blanco, porque el cine es un producto de trabajo en equipo, que sin la labor de muchos nunca podría realizarse, tal vez, no sea un empresa rentable o un negocio redondo, tampoco lo ha sido la aventura inmobiliaria para muchos bancos, y sin embargo estos han sido ayudados y protegidos desde el gobierno.
 
 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Un poblachón Manchego



Estas semanas hemos contemplado la disputa de tres ciudades por ser sedes olímpicas, las tres son ciudades distintas, que representan países de culturas diferentes, enclavadas en entornos estratégicos, cada una con su historia y tradición, pobladas por millones de personas. En esa competición ha ganado claramente Tokio, como la candidata perfecta para organizar un evento que trasciende lo deportivo para convertirse en el principal punto de referencia mundial durante una serie de años. Mientras tanto Madrid ha sido suspendida una vez más después de tres intentos en los que fue vencida por Londres y Río de Janeiro.
A veces perdura esa idea de que Madrid, con ser una gran urbe, la capital de España, es un “poblachón manchego”, como decían los clásicos. Está claro que pocas ciudades hay en el mundo con la vida cultural de Madrid, sus museos, la gran variedad teatral.
En definitiva, el vigor de su gente es la mejor carta de presentación, sin embargo la clase política española nunca está al nivel de sus ciudadanos. Lo que dieron a entender a toda la comunidad olímpica, siempre con el espíritu ramplón que caracteriza las políticas neoliberales, era que necesitan el dinero de la candidatura para poder solucionar todo el desaguisado y para seguir con la misma especulación que ha provocado la crisis en la que se encuentra el país.
Por otra parte, hay que reconocer que lo que define a las ciudades rivales de Madrid por la carrera olímpica es la grandeza, con todo el significado de la palabra. Todos nos hemos imaginado ese Estambul en el que vive Desideria, la protagonista de “La pasión turca”, la excelente novela de Antonio Gala sobre el mundo de las pasiones en una ciudad tan exótica y maravillosa. Y más sobrecogedoras aún son las imágenes de un
Tokio futurista en la película “Babel” que en 2006 estrenó Alejandro González Iñárritu.

jueves, 18 de julio de 2013

El placer de la lectura


      Es indiscutible que la lectura es una de las actividades más placenteras que podemos realizar. Nos aporta una especie de alimento espiritual y es una fuente de conocimiento y de sensibilidad. Todos sabemos las bondades  que proporciona tan noble ejercicio, sin embargo siempre nos llegan las estadísticas claras y rotundas de que en España se lee poco, aunque la lectura sea un hábito saludable y una tarea importantísima para hacer un juicio crítico de la realidad.  En alguna campaña de fomento de la lectura se ha dicho que “leer nos hace libres”.  Hay que destacar que en la sociedad actual, totalmente informatizada, la lectura es imprescindible, pero no siempre de textos debidamente escritos y con una finalidad estética.  A veces los textos que leemos incluso en los medios periodísticos son fórmulas estereotipadas, sin ninguna pretensión artística.
    Las posibles causas del poco gusto por la lectura las podemos encontrar en la abusiva presencia de los medios audiovisuales, por la facilidad para que lleguen a toda la población.  Leer no es un ejercicio pasivo como sí lo es contemplar la televisión, para la lectura hay que poner a prueba nuestro mundo interior, y sobre todo estar en silencio, y tal vez conseguir esto sea una de las misiones más difíciles, como si de escalar una alta cima de una montaña se tratara. Sin embargo, en un país donde no se lee es sorprendente el éxito de venta de ciertos libros, y esto es un dato importante, porque como decía Cervantes: “no hay libro malo”.  Pero el placer de la lectura se descubre en la infancia. Cualquier época del año es propicia para que un niño lea incansablemente. En cierta medida cuando  un adulto disfruta con la lectura de un libro recupera la mirada tierna  de su infancia.

El fracaso escolar


 
      No entiendo por qué nuestra clase política, tan dada al lenguaje eufemístico no elimina de su vocabulario el término de “fracaso escolar”. Sin duda, es una atribución directa, a veces cruel, con un significado  que contiene la derrota y la decepción. Podrían jugar con un lenguaje más elegante, más pulcro, porque si algunos llaman externalización a la privatización de servicios públicos, reforma laboral al despido de trabajadores, también  se debería  desechar la palabra fracaso escolar, por ser palabra tabú y buscar eufemismos que estuvieran en consonancia con la labor educativa que la escuela tiene, porque  los colegios e institutos no son máquinas expendedoras de boletines de calificaciones. Hablar de educación siempre es complejo, sobre todo para los adultos que no tienen el mínimo interés, para los padres desorientados que  quieren que sus hijos destaquen sobre los  demás, como Avito Carrascal,  el ridículo personaje de la novela de Unamuno “Amor y pedagogía” que quiere hacer de su hijo todo un genio.
         Por muchas circunstancias a veces entre el fracaso y la excelencia solo hay un paso.  En la entrevista que el periódico 20 minutos hace a Luz Rello “Premio a la mejor investigadora joven de Europa” ella reconoce que  tenía algunos problemas educativos “Lo pasé muy mal de pequeña, sacaba malas notas, sobre todo en Lengua”.  Seguramente que Luz Rello ha sido un ejemplo de superación, el valor supremo de la cultura del esfuerzo, pero también es cierto, que en su  trayectoria educativa  tuvo mucho apoyo de sus profesores con una adecuada planificación. Por lo tanto, siempre hay que confiar en los profesionales de la educación, mucho más que en aquellos políticos que solo saben imponer leyes educativas sin consenso.

El Viajero


Hay poemas que siempre recordaremos, porque fueron fundamentales en nuestra vida. Seguramente que el poema “El viajero” del libro de “Soledades” 1907 de Antonio Machado fue el primer texto literario que muchas personas leyeron en las aulas escolares. Allá por los últimos años del franquismo Antonio Machado fue recuperado por su gran calidad poética. Por fortuna, la lectura obligada de sus poemas no ha desaparecido de los planes de estudios actuales. También algunos lectores conocieron la poesía de Antonio Machado por la antología de su poesía publicada en BBS Biblioteca Básica Salvat. Era la colección de los cien títulos indispensables de la literatura y ha sido la mayor divulgación de la lectura en nuestro país.
    El poema “El viajero” es estremecedor desde la primera estrofa y contiene en su imagen poética los temas de la pérdida de la infancia y del paso del tiempo.
Está en la sala familiar, sombría,
y entre nosotros, el querido hermano
que en el sueño infantil de un claro día
vimos partir hacia un país lejano”.
   En el colegio nos enseñaron que esta poesía pertenece al movimiento del Modernismo, pero de una manera muy suave, sin la retórica de Rubén Darío. También nos indicaron que la poesía está llena de símbolos que se repiten continuamente para reflejar el paso del tiempo, como es el tictac del reloj. Vuelvo a leer  ese poema después de muchos años y ahora entiendo  y comprendo mensajes que en la infancia y adolescencia no entendía.
“¿Lamentará la juventud perdida?
Lejos quedó –la pobre loba- muerta.
¿La blanca juventud nunca vivida
teme, que ha de cantar ante su puerta?”
    Es un poema universal porque recoge las preocupaciones universales del hombre. En primer lugar, el deseo y el impulso de la juventud, el carácter soñador necesario para vivir, y  en segundo lugar aquella persona que fue joven y ahora es madura quiere recuperar las sensaciones de esa infancia perdida, quiere recuperar el tiempo y comprueba que ya es otra persona, pero descubre que ya no hay comunicación, solo hay soledad y silencio,  como leemos en la última estrofa del poema, un final desolador.
“Serio retrato en la pared clarea
todavía. Nosotros divagamos.
En la tristeza del hogar golpea
el tictac del reloj. Todos callamos”.
 

lunes, 8 de julio de 2013

Desequilibrios


En esta época en la que tanto se habla de crisis económica y en la que se sufren sus consecuencias hay que utilizar el término más adecuado para esta realidad y esta palabra es “desequilibrio”. Hemos llegado a una situación de desigualdad en todos los sentidos, porque  existe un desequilibrio entre los que tienen trabajo y los que están en desempleo, hay un desequilibrio rotundo entre los que poseen una vivienda y aquellos que no la tienen y difícilmente la tendrán nunca, por mucho descenso o caída de precio. En definitiva,  todos sabíamos que la sociedad iba a llegar a este extremo, puesto que  nos habíamos encomendado a un sistema de tendencia liberal, por no decir de capitalismo salvaje,  y para reconocer esta evidencia no hay que ser un experto economista. Ahora las cifras de desempleo son altísimas, con la dimensiones de una tragedia, sin embargo años atrás, cuando la bonanza parecía algo tangible, el trabajo no se valoraba y en cierta medida el trabajo abundaba, pero era precario e insustancial, puesto que las grandes y pequeñas fortunas de las familias se hicieron mediante la especulación más o menos cruel de la propiedad inmobiliaria, que guardaban como un tesoro.
     Como solución para paliar la crisis se intenta cercenar el gasto público, como si el coste de los servicios sociales fuera el mayor de los males,  no obstante no se tiene en cuenta que cualquier reducción en este gasto público (sanidad, educación, infraestructuras) traerá todavía más crisis  y desequilibrio entre las personas. Imaginemos a un anciano al que se le retrasa la dotación de la Ley de Dependencia o a un joven sin recursos que no puede estudiar en la universidad por la eliminación de una beca o pensemos en nosotros mismos enfermos a la espera de un costoso tratamiento médico.   Mientras tanto hay una clase social acomodada que se frota las manos, está a la espera y no hace nada por solucionar la situación. Es la misma jerarquía empresarial de hace un siglo   que nunca ha buscado transformar la sociedad,  lo que ha buscado es enriquecerse inmensamente.  Cuando se normalice la situación, regresarán imponiendo unas condiciones de trabajo cada vez más precarias, llenas desequilibrio social.

La generación perdida


Hay un enunciado que se repite continuamente en varios medios de comunicación: “La generación perdida”.  Para los amantes de la literatura ese  término se refería a un grupo de  excelentes escritores norteamericanos  que comenzaron a escribir en la época de la Gran Depresión, entre ellos cabe destacar a Faulkner y Hemingway.  Sin embargo, en la actualidad cuando se utilizan estas palabras  no se hace para hablar de literatura, sino de la generación de los jóvenes que no encuentran un hueco ni un acomodo en esta sociedad.  No pueden desarrollar un plan de vida, no pueden ser personas independientes en un país, que ha visto cómo cada vez los jóvenes están mejor preparados y acceden a una oferta de ocio y a una calidad de vida impensable décadas atrás. La tasa de paro en España es altísima, pero es desorbitante entre la población juvenil menor de treinta años. Lo mejor es decir que los jóvenes apenas pueden trabajar y si lo hacen es  en actividades totalmente precarias, con un sueldo insustancial, con condiciones laborales a veces denigrantes.
     Otra idea que se repite en las conversaciones, en las tertulias es que hemos destinado mucho dinero a la formación de los jóvenes, pero que estos tendrán que salir fuera de España para ejercer su profesión, por lo que pronto  habrá  una “fuga de talentos”.  Tenemos que afirmar de una manera clara y contundente que tenemos la juventud mejor preparada de la historia, gracias a algunas políticas sociales de educación pública, pero es la más vulnerable, la más débil porque no encuentra su sitio. Parecía que estos jóvenes tenían el mundo ante sus pies, pero  tal vez vivan peor que sus padres.  Como punto final, no seamos pesimistas el futuro todavía está por hacer.

miércoles, 3 de julio de 2013

Un Toledo de postal


Cada vez son más los libros de fotografía que tienen como referencia para sus imágenes  la ciudad de Toledo.  Hay que decir de manera clara y rotunda que Toledo es una ciudad de postal, además de muchas otras virtudes por su esencia histórica y la vitalidad de sus ciudadanos. Es una ciudad del arte, y por lo tanto los monumentos artísticos son fotografiados porque son el testimonio de lo que perdurará en el recuerdo.  El libro  “100 fotografías  de Toledo que deberías conocer” de Enrique Sánchez Lubián y Mariano García Ruipérez ,  publicado por Lunweg Editores,  recoge algunas muestras fotográficas desde 1852.  Desde el primer momento entendemos que la fotografía no es un arte convencional, hay una ilusión por captar el tiempo, hacer de un instante algo imperecedero. 
     El libro se divide en varios capítulos, como podemos imaginar  de 1852 a 1930 es una etapa de rudimentos técnicos donde sobresale de manera inigualable  Casiano Alguacil. Fue ya un auténtico profesional de la fotografía. Destaco por la perfección y nitidez su imagen de 1892  “Plaza del ayuntamiento”. Son también importantes las instantáneas de aquellos viajeros extranjeros que todavía veían a Toledo como una ciudad de encanto romántico y de aspecto brumoso.  Pero es en la década de los años treinta cuando quedan retratados los aspectos más realistas y dramáticos de la realidad.  Son varias las imágenes de la Guerra Civil, pero me llama la atención la que se realizó en septiembre de 1936  “Protección del cuadro El entierro del conde de Orgaz”.
      Por último,  desde 1940  las fotografías de Toledo nos muestran una ciudad antigua en plena reconstrucción y expansión, no en vano, una de las fotos más significativas es la que se hizo en 1958 “Vista aérea de Palomarejos”, donde podemos contemplar el conocido barrio de Corea.  A mí las que me gustan de esta época son aquellas que tienen el tono festivo de una celebración multitudinaria, como el “Recibimiento  a Bahamontes por las calles de Toledo” el 20 de septiembre de 1959.  Los que vivieron aquel momento, lo recuerdan como algo inolvidable.

La juventud de un dictador en Toledo


Toda persona ha tenido una etapa de inocencia en su vida, hasta la persona más cruel ha sentido el candor de la adolescencia. La juventud nos ofrece el descubrimiento del mundo y  todo un cúmulo de nuevas sensaciones, que se resumen en una mirada limpia hacia el horizonte.  Pues bien,  Franco, el caudillo de la larga dictadura del siglo XX, vivió su adolescencia y juventud en Toledo. Ingresó en la Academia de Infantería y fue un estudiante que cambió las tierras de su Galicia natal por una ciudad castellana en la que paseaba en las plomizas tardes de invierno por las calles adoquinadas del casco histórico. En aquellos años no  apuntaba  maneras de hombre férreo e intransigente, como después la historia se encargó de demostrar, porque él era un chico enclenque muy limitado físicamente y sobre todo no atesoraba unos conocimientos y argucias intelectuales que le hicieran sobresalir en su promoción.
      Hay mucha documentación sobre la vida de Franco, también se han realizado películas y se han escrito excelentes novelas.  Hace poco descubrí una novela muy interesante sobre la  etapa de Franco como estudiante de la academia toledana.  Esta novela es “Franco no estudió en West Point” de Gabriel Cardona, este autor ha sido militar de carrera y profesor de Historia contemporánea. Es un texto de fácil y amena lectura, porque la narradora es una chica norteamericana que en primera persona cuenta su estancia en Toledo.  Ella está haciendo una tesis sobre la juventud de Franco y su vida de estudiante.  Además  hace una comparación sobre los planes de formación de la academia toledana y la academia americana West Point, ya que ella es hija de un militar que se formó en aquel prestigioso colegio militar americano.  La novela es muy entretenida, porque no deja de ser una novela juvenil de una chica joven en un ambiente universitario, sin dejar como tema fundamental  la reflexión sobre  la vida de Franco en Toledo.

jueves, 27 de junio de 2013

La falsa caridad


      En estos momentos de crisis económica es de admirar la función social de muchas personas que sin ánimo de lucro ayudan a los más necesitados  a soportar mejor el día a día, sobre todo en los comedores de algunas comunidades religiosas. También muchas organizaciones no gubernamentales colaboran con voluntarios para estar al lado de los más débiles, una situación a la que todos podemos llegar, dado el sistema económico por el que parece que tenemos muchas cosas y en el fondo no tenemos nada. Pero desde el otro lado de la solidaridad hay sectores (bancos, partidos políticos, jerarquía religiosa) que pregonan una “falsa caridad”, mientras que con sus políticas insolidarias  han propiciado precisamente la crisis económica que sufrimos. Utilizan el concepto de la caridad como una ayuda fraternal, sin embargo no hacen otra cosa que insistir en la idea de la desigualdad social y no proponen nada para cambiarla.
      Por esta razón, la película “Plácido” de Berlanga, es un ejemplo de esa “falsa caridad” de las clases pudientes, conservadoras, la hipocresía que siempre han tenido sobre los derechos sociales de los más pobres.  La sociedad ha cambiado mucho desde que se estrenara a principios de los sesenta esta obra maestra de la filmografía española, pero esta película que se iba a titular “siente un pobre a su mesa” refleja con exactitud una España que en esencia no ha cambiado, es decir, los desajustes sociales entre clases, la dificultad que hay para que unos servicios públicos (educación, sanidad, vivienda) lleguen a todos los ciudadanos. Berlanga con su humor negro hizo una obra maestra  y plantea una pregunta cuya respuesta está en el aire: ¿es  mejor la caridad  o la justicia social?

El verano y la infancia


    Los poemas  de verano, al igual que las canciones de verano, reflejan los sentimientos de una manera más cálida, con un sentido más lúdico de la vida. Los poetas en ocasiones recuerdan los veranos de su infancia para encontrar la inspiración y para expresar un estado de melancolía. El verano es sin duda el territorio de la infancia, porque para los niños es un inmenso tiempo de aprendizaje del mundo, siempre lleno de placeres, como conocer el mar, las noches estrelladas y también el descubrimiento del amor. Lo que para los adultos es un trámite vacacional, para los niños es un conjunto infinito de sensaciones, que recordarán durante toda la vida.
     Antonio Machado en su libro “Soledades” recuerda unos veranos polvorientos y la maravilla de las puestas de sol y los colores de la tarde. Rafael Alberti en “Marinero en tierra” refleja la imagen de los niños que contemplan el trabajo de los  pescadores. El mar es el símbolo del verano, los juegos y los baños en la playa son los símbolos de la pintura de Sorolla. También Manuel Vicent toma de su infancia las referencias para la novela “Tranvía a la Malvarrosa”, que es el barrio de la playa de Valencia. En verano los niños se alejan por unos meses de la disciplina de las aulas, por eso el verano es sinónimo de ausencia de normas, de libertad. Es el eterno paraíso, los días son inacabables y llenos de felicidad.
      En cambio hay niños que en verano están tristes y no sonríen. Ellos sufren en silencio problemas familiares o conflictos políticos y militares. En algunos países es en verano cuando precisamente dejan de ser niños y se les obliga a trabajar para complacer a los turistas adinerados, incluso se les prostituye para salir de la miseria. Como podemos ver, la infancia es muy distinta según el país donde se nazca, pero lo que sí es cierto es que no hay diferencia en la ilusión de un niño cuando llega el verano.

 

martes, 25 de junio de 2013

Tiempo de vida



Este título  bien podría ser un lema en una campaña parroquial, pero se trata de una novela de Marcos Giralt Torrente, una excelente narración en la que hace un homenaje a su padre, que murió de cáncer.  Esta obra está publicada por la editorial Anagrama y ha obtenido un gran reconocimiento de lectores y crítica. Su segundo apellido se debe a que es nieto del gran Gonzalo Torrente Ballester, por lo tanto la sangre literaria corre por sus venas. Los que leyeran su novela “París” comprobarán que el autor abandona el artificio, el estilo denso, el lenguaje elaborado para  centrarse en lo personal, en lo confesional, en lo íntimo. Por lo tanto, la novela es una historia contada en primera persona, es una vista atrás en la que confluyen recuerdos, sensaciones y también obsesiones.
    Es una declaración de amor hacia su padre, pero no es un libro amable, porque  cuenta los frecuentes desencuentros que tuvo con él. Si fuera una ficción podríamos decir que es una novela de aprendizaje, que los personajes están muy logrados en su evolución afectiva, pero los personajes no son inventados.  Su padre fue  un pintor, un hombre culto y sensible, pero a su vez manipulable y débil. Llama la atención que Giralt Torrente llame a la mujer de su padre “la amiga que conoció en Brasil”, siempre con un tono despectivo. En la historia que los une como padre e hijo todo cambia cuando al primero se le diagnostica un cáncer. Entonces se convierte en una persona dependiente que necesita un cuidador día y noche.
Lo más emotivo de esta novela, lo que me ha llevado a hacer esta reseña es mostrar el amor sin límites de un hijo a un padre y más importante aún es que "tiempo de vida" saca a la luz el problema de las personas dependientes.

lunes, 24 de junio de 2013

“En la Orilla” De Rafael CHirbes


     La última novela de Rafael Chirbes es una continuación, un complemento de su anterior novela “Crematorio”.  Pero no es la segunda parte de una saga, es más bien, como ha dicho gran parte de la crítica, una cara B que refleja todo lo que es la sociedad española.  Si en “Crematorio” presentaba el mundo de la especulación inmobiliaria, el falso espejismo del progreso económico de España, en esta ocasión habla del fango en el que está sumergida la sociedad española. Definitivamente, “En la orilla” es la novela de la crisis, la novela comienza  con el descubrimiento de un cadáver en el pantano de Olba. Chirbes utiliza extensos monólogos interiores  para que los personajes se explayen, sacando sus pensamientos, sus obsesiones.
        Esteban ha tenido que cerrar una carpintería, un negocio que en los años de la bonanza económica daba suculentos beneficios, pero con la llegada de la crisis tuvo que cerrar y despedir a sus empleados. Él ya se considera un hombre viejo “no hay etapas intermedias entre envejecer y morir, aunque transcurran decenios”, precisamente tiene que cuidar de su padre anciano y enfermo.  También aparece el tema de la sordidez de la prostitución, la explotación sexual y su relación con la inmigración. Así pues, la colombiana Liliana, asistenta de Esteban, reflexiona así “es el mundo  al revés, siendo un paraíso nuestro país, tenemos que salir de allá, ustedes debían ser los españoles, con estas llanuras áridas los que emigraran allá”.  En el texto hay continuas referencias a los edificios sin terminar,   esqueletos, que rompen la estética de las ciudades y de los pueblos, donde años antes todo se vendía. En la página 378  aparece uno de los puntos más duros de esta novela, describe cómo una rata enorme trepa por el muro de un cementerio, “la crisis hace que entierren a la gente en ataúdes de pésima calidad que no son capaces de retener la podredumbre”.

viernes, 21 de junio de 2013

EL POETA TOLEDANO GERARDO LOBO


   Eugenio Gerardo Lobo nació en Cuerva en 1679. Como otro ilustre poeta toledano Garcilaso de la Vega, fue un hombre de “armas y letras”. Gerardo Lobo combatió en la Guerra de Sucesión y se le conoció con el apodo del “capitán coplero”. Tuvo una muerte trágica, porque en 1750 muere al caer de su caballo. Por lo tanto, hay muchas similitudes con Garcilaso en su vida y en su muerte, puesto que el gran poeta cortesano del Renacimiento murió despeñado al ascender a una fortaleza. Pero sobre todo son muchas las influencias en la utilización del soneto, Gerardo Lobo es un poeta que abre el siglo XVIII, el siglo del Neoclasicismo.
      No encontramos mejor definición del amor que la que se encuentra en el primer cuarteto de su soneto “Define un amante su amor y declara su cuidado”
 
“Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar  fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la gloria con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego”
 
   El poeta define el amor en su intensidad, como pasión que no permite vivir al amante y que le hace caer en contradicciones. Pretende razonar su situación, pero sabe que es incapaz de controlar sus sentimientos. En los últimos versos del soneto reconoce la causa de sus desvelos y declara su amor abiertamente:
 
“contrariedad que el alma sabe e ignora es,
 Marsia soberana, el amor mío,
¿Preguntáis quién lo causa? Vos, señora”.
 
   Junto al tema universal del amor hay otros sonetos que reflejan la angustia del paso del tiempo “Es difícil la enmienda en la vejez”
 
“Gusté la infancia sin haber gozado
el dulcísimo néctar que bebía;
pasé la adolescencia en la porfía
del estudio inútil, mal aprovechado”
 
   El poeta cae en el peor de los pesimismos y como si fuera un filósofo existencialista del siglo XX considera que el hombre es un ser destinado a la muerte.
 
“...esperar el más arduo vencimiento
quien el día perdió, con su mañana,
en la noche infeliz del desaliento”
 
   Pero siempre en la poesía hay un poco de esperanza y Gerardo Lobo escribe sobre la fuerza de la primavera en la naturaleza:
 
Esa pompa que ahora está marchita;
por aquella estación florida espera
que aviva flores, troncos resucita”.

jueves, 20 de junio de 2013

EL NIÑO REPUBLICANO


      Después de ocho años de su muerte, nos acordamos de  Eduardo Haro Tecglen,  porque sus críticas teatrales, sus columnas periodísticas y sobre todo su visión irónica de la vida daban un alimento mitad espiritual y social. Seguramente que dentro de décadas se le estudiará como si fuera Larra. Pero él huía de la solemnidad del erudito, aunque su cultura era inmensa en todos los terrenos: la literatura, la filosofía, la política. Ya se ha dicho que eran muchos los lectores de El País que empezaban la lectura del periódico por las últimas páginas. Allí estaba en la sección de televisión su columna Visto/Oído, donde hacía un análisis permanente de la sociedad española, de sus virtudes y defectos, siempre desde su postura de hombre de izquierdas, comprometido con su tiempo. Aunque en muchos de sus artículos era un hombre combativo y visceral, él era un hombre apacible y bueno al que le gustaba el debate y la confrontación de ideas.
    Se considera un escritor de periódicos y no de libros, lo decía en un libro de memorias que con seguridad se convertirá en un clásico del siglo XX  “El niño republicano”, publicado en 1996. Es un libro sobre la infancia y la importancia que tiene esta etapa de la vida en el hombre. No hace un estudio pormenorizado de la época, más bien recuerda hechos, como sus paseos  por Madrid, la importancia que iba adquiriendo el cine y sobre todo el teatro, que era su gran pasión. Pero, por supuesto, hay una mirada de nostalgia hacia la República, como un sistema político que marcó el progreso de España en los ámbitos sanitarios, educativos e ideológicos. En ese libro no hay teorías, ni conjeturas, los lectores encontrarán la realidad en los ojos del niño Eduardo Haro Tecglen.

MAZAPÁN AMARGO


      La editorial Ledoria ha publicado una interesante novela negra “Mazapán amargo”, escrita por Santiago ¨Sastre y Joaquín García. Lleva ya meses en el mercado y poco a poco va ganando lectores, que sin duda es lo más importante en el complejo panorama editorial. Siempre sobran premios y efectos publicitarios, lo que importa es que el libro sea reconocido, admirado o  criticado por los lectores.  Como todas las narraciones fieles a un género, “Mazapán amargo” tiene todos los ingredientes de novela policiaca, es decir, un comisario con problemas en su vida familiar, procedente de Marbella, donde la delincuencia campaba a sus anchas. Sin embargo, la búsqueda de la utópica tranquilidad de un policía en una ciudad de provincias, se rompe cuando tiene que investigar un crimen ocurrido en extrañas circunstancias.
    El ritmo de la historia es trepidante, con una lectura amena y entretenida, pero “Mazapán amargo” no es una novela de lectura fácil o superficial, porque los autores han sabido dotar a esta  historia un buen soporte cultural, aderezado de un humor en diálogos, en descripciones. Es una novela para los toledanos y para aquellos que quieren saber aspectos de la ciudad, pero sin ser un compendio de historia ni un folleto turístico. Hay que destacar que en los espacios de la novela aparecen  casi todos los barrios de Toledo desde el casco histórico hasta el Polígono. Por lo tanto, mundo interior y exterior se conjugan en esta narración, que esperemos que sea la primera de una gran serie de investigaciones del inspector Martín Aldana. Me gustaría que  Santiago y Joaquín  se animen a seguir este juego literario.

martes, 18 de junio de 2013

LA POESÍA DE MARÍA LUISA MORA


Maria Luisa Mora es una de las escritoras toledanas más importantes. Nació en Yepes y ganó el premio Adonais, el más prestigio galardón del género poético, con su obra “Busca y captura” en 1995, pero antes ya  había conseguido el accésit por “Este largo viaje hacia la lluvia”.  Los poemas de María Luisa Mora se leen como confidencias, como confesiones íntimas e intensas sobre todos los temas importantes de la vida: el amor, el paso del tiempo, la muerte.
        El último libro publicado por Ediciones Vitruvio es   “El don de la batalla”, poemario que está teniendo mucha aceptación de crítica y de lectores. Confluyen varios sentimientos, como el abatimiento y el dolor por la muerte de un ser querido, pero por otra parte también hay un intento de sublevación. Eso es lo que dice en los últimos versos de su poema “Sublevación”
Sublevémonos todos.
Cojamos ya las riendas de la vida.”
   En el libro predomina el verso libre, no hace alardes retóricos, pero es de destacar el acertado uso de la adjetivación, además de otros procedimientos como los encabalgamientos, por lo que esta poesía  tiene muchas cualidades para ser recitada.
Hay poemas en los que presenta la vida gris y monótona.
No tengo nada que decir.
Se ha agotado
el tema de mi vida.
Dejo mi pluma en un mundo diminuto
y sigo
mi andadura gris hacia lo alto.”
   Pero sin duda el poema más emotivo es “Valentía”,  aquí se encuentra el verso que da título al libro. En estos versos muestra el sentido del valor y de la lucha en la vida.
 
 
“Luchó hasta el final
como los soldados más intrépidos.
No claudicó ante la amargura
ni proclamó como propia
la bandera del desánimo.
Fue hermosa y fue valiente.
Tuvo el extraño don de la batalla”.

TOLEDO, ESCENARIO DE CINE


   
   Toledo es el escenario ideal para el rodaje de películas.  El séptimo arte encuentra en esta ciudad la mejor referencia y espacio para ubicar sus historias. Como cabía de esperar, por estas calles se han rodado centenares de películas históricas y no menos han sido las de corte fantástico, gracias al lado misterioso que siempre ha tenido la Ciudad Imperial. Sin embargo, a mi juicio las mejores películas, las que mejor han retratado la sociedad toledana son las películas realistas. Casi siempre muestran una ciudad de características  provincianas, una ciudad conservadora que vive de un pasado lleno de esplendor. Hay dos películas que merecen un comentario: “El buen amor” de Francisco Regueiro, rodada en 1963 y “Te doy mis ojos” de Icíar Bollaín, que se estrenó en 2003.
    El cine de Francisco Regueiro, y esta película aún más, es un cine poco conocido para el gran público. En “El buen amor” una pareja de novios universitarios de Madrid pasa un día en Toledo. Para ellos este viaje es una aventura, porque han mentido a su familia que piensa que están en la facultad. Es una pequeña burla de las normas, en una sociedad opresora. Vienen a la ciudad como dos turistas en un plomizo día de diciembre. El ritmo de la película, como la vida que se quiere reflejar, es pausado, lento. Sin duda, aquí hay una aplicación de las técnicas neorrealistas italianas y también hay un reflejo de la literatura realista, objetivista. Hay que destacar la interpretación de un jovencísimo Simón Andreu.
     La excepcional “Te doy mis ojos”, toca también el mundo de la pareja, pero desde la valentía de afrontar el tema de la violencia de género de una manera muy profunda. Posiblemente, este film es la mejor radiografía de la vida de Toledo. Aparece el Polígono como zona residencial, donde vive la familia protagonista, y se muestra el Casco Histórico, como zona laboral, turística. En los escenarios de la ciudad no se buscan tópicos o estampas. En el Puente de San Martín, por ejemplo, hay una secuencia en la que el matrimonio parece reconciliarse, pero están ajenos al marco bucólico de égloga de Garcilaso. Para ellos, Toledo no es una ciudad bonita, única, es simplemente un espacio donde vivir, mostrando así un claro desarraigo con su tradición e historia.

viernes, 14 de junio de 2013

TOLEDO OLVIDADO


El libro  Toledo Olvidado  es  una recopilación de  casi trescientas fotografías que muestran esta ciudad, con el aire  poético y testimonial  que siempre reflejan las imágenes del pasado.  Hace ya cinco años que nació el conocidísimo blog  de Eduardo Sánchez   www.toledoolvidado.blogspot.es  Ha  recibido reconocimiento y premios, porque ha reunido miles de fotografías, abandonadas en archivos, colecciones particulares. En definitiva, gracias a internet  muchos toledanos han vuelto a su infancia, y todos en general hemos aprendido una lección de historia, más bien de la intrahistoria de una ciudad olvidada, grandiosa en su pasado y  provinciana en costumbres, pero siempre bella e  intacta, inalterable a los efectos del paso del tiempo.
       Hay cuatro bloques, que corresponden a distintas épocas, desde las primeras imágenes tomadas a finales del siglo XIX para concluir con un cielo estrellado, fotografiado en 2012.  Las  fotos más estremecedoras pertenecen a la Guerra Civil, porque hay imágenes que demuestran la violencia que vivió Toledo durante los primeros meses del conflicto. Aparecen saqueos, trincheras y sobre todo muertos en torno a un destruido Alcázar.  Más amables son las instantáneas que nos recuerdan que ésta ciudad sirvió de escenario cinematográfico para las grandes superproducciones americanas de los años cincuenta, como es el caso de “La vuelta al mundo en ochenta días”, donde un  globo sobrevuela la ciudad.  También son muchas  las fotografías que recogieron una  bella panorámica, pero la que a todos nos sorprende, por irrepetible, es la postal de la playa del río Tajo, con centenares de personas bañándose plácidamente. Es una foto de los años sesenta, que más bien parece un paisaje de  alguna égloga de Garcilaso de la Vega.

LA VOZ DEL MAR


      “La voz del mar” es una novela de Consolación González Rico, una escritora toledana, que ha escrito obras muy interesantes, como  “Una mujer de la Oretana”, historia ambientada en los Montes de Toledo.  La novela que nos ocupa la publica la editorial Ledoria, editorial importantísima en la difusión tanto de autores  toledanos, como de temática relacionada con esta tierra. Este texto es una  novela que apenas sobrepasa las cien páginas, pero que  son de intensa lectura de principio a fin, porque nos identificamos con Celia, la protagonista.  A veces, hay novelas farragosas, donde hay acumulación de párrafos que no aportan nada a la historia, que rompen el hilo narrativo. En el caso de “La voz del mar” todo está bien encajado y el estilo literario es poético y directo a la vez. En cierta medida, juega con un impresionismo literario, basado en los recuerdos. Es una novela de “intrahistoria”, como aquellas novelas que escribía Miguel de Unamuno.
     Celia decide irse lejos, abandonar su territorio, porque su vida se ha convertido en un infierno. Por esa circunstancia viaja en tren  hasta Girona, pero el destino podría haber sido otro cualquiera. Quería estar lejos y entregarse al mar, fundirse con sus olas. A partir de aquí, hay una magnífica construcción de una historia, la historia personal basada en una vida de recuerdos  buenos y malos, como toda vida en general.  Celia sabe que se ha roto  el aparente triángulo feliz de su familia, compuesta por su marido Jaime y su hija Irene. Al igual que el personaje de Crisanta de la citada novela “Una mujer de la Oretana”, Celia es una mujer de orígenes humildes, luchadora en un mundo  de poderes machistas. En definitiva, el lector, como fue mi caso, se emociona con esta joya literaria, que se lee de un tirón, dejando después una sensación reconfortante.

jueves, 13 de junio de 2013

El vano ayer


En 2005 Isaac Rosa publicó una excelente novela “El vano ayer”, que reflexiona sobre el franquismo, etapa  tan cercana, pero ya lejana para una generación de personas que sólo conoce los hechos históricos por las películas  y por lecturas diversas en los manuales de historia. Con una distancia inteligente y con una documentación basada en los mejores historiadores como  Tussel y Tuñon de Lara, este escritor elabora una novela original, con muchos materiales narrativos.
    Introduce textos periodísticos en francés informando sobre las revueltas estudiantiles “Des conflits à l´université de Madrid avec plusieurs blessés”, pero la parte más original, satírica es el capítulo donde hace un resumen de la Guerra Civil en castellano antiguo “macarrónico” con gran sentido paródico. Así empieza “Trata como el General, sabida la deshonra de España, determina de salir a la batalla por vengar su injuria”.
      La novela es un cúmulo de aciertos de todo tipo, pero ante todo es una novela que presenta el dolor como tema fundamental.  Es decir, la impotencia de muchas personas que lucharon por cambiar un sistema fascista y no pudieron hacer nada, porque eran una especie marionetas manejadas por ese régimen. Así pues, el profesor universitario Denis es el protagonista de una trama de la policía para capturar a los estudiantes que eran subversivos. Hay una clara reconstrucción de las fuerzas del orden público en la década de los sesenta, con desaparición de alumnos de los que nunca se supo nada.
      La tesis es clara y rotunda: “el régimen franquista se sostuvo gracias a las fuerzas del orden público”. Sin embargo, no creamos que sea una novela de rencores, resentimientos y odio. Nada de eso, porque ya he dicho que prima la distancia sobre la pasión. Incluso en la página 89 hay una víctima que no es un estudiante, es un policía que yace herido, al caer del caballo  “la policía pega fuerte en todas partes, porque eso te lo enseñan en las academias…” Esto nos hace pensar que los cuerpos de seguridad fueron los primeros que sufrieron la falta de libertad, al tener que actuar sin escrúpulos ante personas como ellas, casi siempre procedentes de las capas sociales más humildes.
    En fin, al leer esta novela sacamos muchas conclusiones, tal vez, la más triste de todas es que esos cuarenta años de dictadura militar fueron años perdidos, de ilusiones desvanecidas, pero sobre todo pensamos que unos pocos controlaron la vida de muchos, de casi todos los españoles de bien.

martes, 11 de junio de 2013

TRISTANA


    En  1969  Luis Buñuel rueda en Toledo la adaptación de una novela de Benito Pérez Galdós. Esta novela es “Tristana”  una historia  ambientada en el final del siglo XIX, pero que el genial director aragonés traslada a las primeras décadas del siglo XX. La Ciudad Imperial era un referente para los jóvenes universitarios de la Residencia de Estudiantes, los miembros de la Generación del 27. Buñuel y sus amigos  Lorca, Dalí, venían a Toledo, porque  les gustaba  el  valor histórico de sus calles, lo solemne de sus monumentos. Por lo tanto, con algunos cambios en la trama de la novela, la película presenta la historia de Don Lope, hombre mayor que acoge en su casa a  Tristana, una joven a la que  trata  como hija  y  esposa.   Pero el personaje principal es la ciudad de Toledo. En el comienzo del film  vemos la panorámica de la ciudad, desde el Valle con el repiqueteo monótono y grave las campanas de las iglesias.
    De una novela madrileña como la concibió Galdós, Buñuel hizo de  Tristana una película Toledana,  con un recorrido por  edificios, calles,  y  también  hay una presentación de una sociedad de aquel tiempo, con la  identidad de la ciudad: las diferencias sociales entre clases y el fuerte poder en todos los ámbitos de la iglesia católica. Son muchos los espacios que reconocemos en la película: el paseo de Recaredo, el parque de la Vega, el paseo del Tránsito,  la  Puerta de Alfonso VI, los cobertizos, San Pedro Mártir, la Plaza de las Capuchinas, y sobre todo la calle de Santo Tomé, donde estaba la casa de Don Lope. El estilo de la película, como el cine de su autor, es mordaz, sugerente. Es una película  de ritmo lento, donde aparecen referencias a los sueños, las pesadillas, algo propio de su etapa surrealista. En definitiva, con Tristana tenemos un ejemplo más de  que Toledo es un escenario de cine.