La última novela de Rafael
Chirbes es una continuación, un complemento de su anterior novela
“Crematorio”. Pero no es la segunda
parte de una saga, es más bien, como ha dicho gran parte de la crítica, una
cara B que refleja todo lo que es la sociedad española. Si en “Crematorio” presentaba el mundo de la
especulación inmobiliaria, el falso espejismo del progreso económico de España,
en esta ocasión habla del fango en el que está sumergida la sociedad española.
Definitivamente, “En la orilla” es la novela de la crisis, la novela
comienza con el descubrimiento de un
cadáver en el pantano de Olba. Chirbes utiliza extensos monólogos
interiores para que los personajes se
explayen, sacando sus pensamientos, sus obsesiones.
Esteban ha tenido que cerrar una carpintería, un negocio que en los años
de la bonanza económica daba suculentos beneficios, pero con la llegada de la
crisis tuvo que cerrar y despedir a sus empleados. Él ya se considera un hombre
viejo “no hay etapas intermedias entre
envejecer y morir, aunque transcurran decenios”, precisamente tiene que
cuidar de su padre anciano y enfermo. También
aparece el tema de la sordidez de la prostitución, la explotación sexual y su
relación con la inmigración. Así pues, la colombiana Liliana, asistenta de
Esteban, reflexiona así “es el mundo al revés, siendo un paraíso nuestro país,
tenemos que salir de allá, ustedes debían ser los españoles, con estas llanuras
áridas los que emigraran allá”. En
el texto hay continuas referencias a los edificios sin terminar, esqueletos, que rompen la estética de las
ciudades y de los pueblos, donde años antes todo se vendía. En la página
378 aparece uno de los puntos más duros
de esta novela, describe cómo una rata enorme trepa por el muro de un
cementerio, “la crisis hace que entierren
a la gente en ataúdes de pésima calidad que no son capaces de retener la
podredumbre”.
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