En esta época en la que tanto se habla de crisis económica y en la que
se sufren sus consecuencias hay que utilizar el término más adecuado para esta
realidad y esta palabra es “desequilibrio”. Hemos llegado a una situación de
desigualdad en todos los sentidos, porque
existe un desequilibrio entre los que tienen trabajo y los que están en
desempleo, hay un desequilibrio rotundo entre los que poseen una vivienda y
aquellos que no la tienen y difícilmente la tendrán nunca, por mucho descenso o
caída de precio. En definitiva, todos
sabíamos que la sociedad iba a llegar a este extremo, puesto que nos habíamos encomendado a un sistema de
tendencia liberal, por no decir de capitalismo salvaje, y para reconocer esta evidencia no hay que
ser un experto economista. Ahora las cifras de desempleo son altísimas, con la
dimensiones de una tragedia, sin embargo años atrás, cuando la bonanza parecía
algo tangible, el trabajo no se valoraba y en cierta medida el trabajo
abundaba, pero era precario e insustancial, puesto que las grandes y pequeñas
fortunas de las familias se hicieron mediante la especulación más o menos cruel
de la propiedad inmobiliaria, que guardaban como un tesoro.
Como
solución para paliar la crisis se intenta cercenar el gasto público, como si el
coste de los servicios sociales fuera el mayor de los males, no obstante no se tiene en cuenta que
cualquier reducción en este gasto público (sanidad, educación,
infraestructuras) traerá todavía más crisis
y desequilibrio entre las personas. Imaginemos a un anciano al que se le
retrasa la dotación de la Ley de Dependencia o a un joven sin recursos que no
puede estudiar en la universidad por la eliminación de una beca o pensemos en
nosotros mismos enfermos a la espera de un costoso tratamiento médico. Mientras tanto hay una clase social
acomodada que se frota las manos, está a la espera y no hace nada por
solucionar la situación. Es la misma jerarquía empresarial de hace un
siglo que nunca ha buscado transformar
la sociedad, lo que ha buscado es
enriquecerse inmensamente. Cuando se
normalice la situación, regresarán imponiendo unas condiciones de trabajo cada
vez más precarias, llenas desequilibrio social.
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