Hay un enunciado que se repite continuamente en varios medios de
comunicación: “La generación perdida”.
Para los amantes de la literatura ese
término se refería a un grupo de
excelentes escritores norteamericanos
que comenzaron a escribir en la época de la Gran Depresión, entre ellos
cabe destacar a Faulkner y Hemingway.
Sin embargo, en la actualidad cuando se utilizan estas palabras no se hace para hablar de literatura, sino de
la generación de los jóvenes que no encuentran un hueco ni un acomodo en esta
sociedad. No pueden desarrollar un plan
de vida, no pueden ser personas independientes en un país, que ha visto cómo
cada vez los jóvenes están mejor preparados y acceden a una oferta de ocio y a
una calidad de vida impensable décadas atrás. La tasa de paro en España es
altísima, pero es desorbitante entre la población juvenil menor de treinta
años. Lo mejor es decir que los jóvenes apenas pueden trabajar y si lo hacen es en actividades totalmente precarias, con un
sueldo insustancial, con condiciones laborales a veces denigrantes.
Otra idea que se repite en
las conversaciones, en las tertulias es que hemos destinado mucho dinero a la
formación de los jóvenes, pero que estos tendrán que salir fuera de España para
ejercer su profesión, por lo que pronto
habrá una “fuga de talentos”. Tenemos que afirmar de una manera clara y
contundente que tenemos la juventud mejor preparada de la historia, gracias a
algunas políticas sociales de educación pública, pero es la más vulnerable, la
más débil porque no encuentra su sitio. Parecía que estos jóvenes tenían el
mundo ante sus pies, pero tal vez vivan
peor que sus padres. Como punto final,
no seamos pesimistas el futuro todavía está por hacer.
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