martes, 11 de junio de 2013

TRISTANA


    En  1969  Luis Buñuel rueda en Toledo la adaptación de una novela de Benito Pérez Galdós. Esta novela es “Tristana”  una historia  ambientada en el final del siglo XIX, pero que el genial director aragonés traslada a las primeras décadas del siglo XX. La Ciudad Imperial era un referente para los jóvenes universitarios de la Residencia de Estudiantes, los miembros de la Generación del 27. Buñuel y sus amigos  Lorca, Dalí, venían a Toledo, porque  les gustaba  el  valor histórico de sus calles, lo solemne de sus monumentos. Por lo tanto, con algunos cambios en la trama de la novela, la película presenta la historia de Don Lope, hombre mayor que acoge en su casa a  Tristana, una joven a la que  trata  como hija  y  esposa.   Pero el personaje principal es la ciudad de Toledo. En el comienzo del film  vemos la panorámica de la ciudad, desde el Valle con el repiqueteo monótono y grave las campanas de las iglesias.
    De una novela madrileña como la concibió Galdós, Buñuel hizo de  Tristana una película Toledana,  con un recorrido por  edificios, calles,  y  también  hay una presentación de una sociedad de aquel tiempo, con la  identidad de la ciudad: las diferencias sociales entre clases y el fuerte poder en todos los ámbitos de la iglesia católica. Son muchos los espacios que reconocemos en la película: el paseo de Recaredo, el parque de la Vega, el paseo del Tránsito,  la  Puerta de Alfonso VI, los cobertizos, San Pedro Mártir, la Plaza de las Capuchinas, y sobre todo la calle de Santo Tomé, donde estaba la casa de Don Lope. El estilo de la película, como el cine de su autor, es mordaz, sugerente. Es una película  de ritmo lento, donde aparecen referencias a los sueños, las pesadillas, algo propio de su etapa surrealista. En definitiva, con Tristana tenemos un ejemplo más de  que Toledo es un escenario de cine.

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