martes, 18 de junio de 2013

TOLEDO, ESCENARIO DE CINE


   
   Toledo es el escenario ideal para el rodaje de películas.  El séptimo arte encuentra en esta ciudad la mejor referencia y espacio para ubicar sus historias. Como cabía de esperar, por estas calles se han rodado centenares de películas históricas y no menos han sido las de corte fantástico, gracias al lado misterioso que siempre ha tenido la Ciudad Imperial. Sin embargo, a mi juicio las mejores películas, las que mejor han retratado la sociedad toledana son las películas realistas. Casi siempre muestran una ciudad de características  provincianas, una ciudad conservadora que vive de un pasado lleno de esplendor. Hay dos películas que merecen un comentario: “El buen amor” de Francisco Regueiro, rodada en 1963 y “Te doy mis ojos” de Icíar Bollaín, que se estrenó en 2003.
    El cine de Francisco Regueiro, y esta película aún más, es un cine poco conocido para el gran público. En “El buen amor” una pareja de novios universitarios de Madrid pasa un día en Toledo. Para ellos este viaje es una aventura, porque han mentido a su familia que piensa que están en la facultad. Es una pequeña burla de las normas, en una sociedad opresora. Vienen a la ciudad como dos turistas en un plomizo día de diciembre. El ritmo de la película, como la vida que se quiere reflejar, es pausado, lento. Sin duda, aquí hay una aplicación de las técnicas neorrealistas italianas y también hay un reflejo de la literatura realista, objetivista. Hay que destacar la interpretación de un jovencísimo Simón Andreu.
     La excepcional “Te doy mis ojos”, toca también el mundo de la pareja, pero desde la valentía de afrontar el tema de la violencia de género de una manera muy profunda. Posiblemente, este film es la mejor radiografía de la vida de Toledo. Aparece el Polígono como zona residencial, donde vive la familia protagonista, y se muestra el Casco Histórico, como zona laboral, turística. En los escenarios de la ciudad no se buscan tópicos o estampas. En el Puente de San Martín, por ejemplo, hay una secuencia en la que el matrimonio parece reconciliarse, pero están ajenos al marco bucólico de égloga de Garcilaso. Para ellos, Toledo no es una ciudad bonita, única, es simplemente un espacio donde vivir, mostrando así un claro desarraigo con su tradición e historia.

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