jueves, 13 de junio de 2013

El vano ayer


En 2005 Isaac Rosa publicó una excelente novela “El vano ayer”, que reflexiona sobre el franquismo, etapa  tan cercana, pero ya lejana para una generación de personas que sólo conoce los hechos históricos por las películas  y por lecturas diversas en los manuales de historia. Con una distancia inteligente y con una documentación basada en los mejores historiadores como  Tussel y Tuñon de Lara, este escritor elabora una novela original, con muchos materiales narrativos.
    Introduce textos periodísticos en francés informando sobre las revueltas estudiantiles “Des conflits à l´université de Madrid avec plusieurs blessés”, pero la parte más original, satírica es el capítulo donde hace un resumen de la Guerra Civil en castellano antiguo “macarrónico” con gran sentido paródico. Así empieza “Trata como el General, sabida la deshonra de España, determina de salir a la batalla por vengar su injuria”.
      La novela es un cúmulo de aciertos de todo tipo, pero ante todo es una novela que presenta el dolor como tema fundamental.  Es decir, la impotencia de muchas personas que lucharon por cambiar un sistema fascista y no pudieron hacer nada, porque eran una especie marionetas manejadas por ese régimen. Así pues, el profesor universitario Denis es el protagonista de una trama de la policía para capturar a los estudiantes que eran subversivos. Hay una clara reconstrucción de las fuerzas del orden público en la década de los sesenta, con desaparición de alumnos de los que nunca se supo nada.
      La tesis es clara y rotunda: “el régimen franquista se sostuvo gracias a las fuerzas del orden público”. Sin embargo, no creamos que sea una novela de rencores, resentimientos y odio. Nada de eso, porque ya he dicho que prima la distancia sobre la pasión. Incluso en la página 89 hay una víctima que no es un estudiante, es un policía que yace herido, al caer del caballo  “la policía pega fuerte en todas partes, porque eso te lo enseñan en las academias…” Esto nos hace pensar que los cuerpos de seguridad fueron los primeros que sufrieron la falta de libertad, al tener que actuar sin escrúpulos ante personas como ellas, casi siempre procedentes de las capas sociales más humildes.
    En fin, al leer esta novela sacamos muchas conclusiones, tal vez, la más triste de todas es que esos cuarenta años de dictadura militar fueron años perdidos, de ilusiones desvanecidas, pero sobre todo pensamos que unos pocos controlaron la vida de muchos, de casi todos los españoles de bien.

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