viernes, 21 de junio de 2013

EL POETA TOLEDANO GERARDO LOBO


   Eugenio Gerardo Lobo nació en Cuerva en 1679. Como otro ilustre poeta toledano Garcilaso de la Vega, fue un hombre de “armas y letras”. Gerardo Lobo combatió en la Guerra de Sucesión y se le conoció con el apodo del “capitán coplero”. Tuvo una muerte trágica, porque en 1750 muere al caer de su caballo. Por lo tanto, hay muchas similitudes con Garcilaso en su vida y en su muerte, puesto que el gran poeta cortesano del Renacimiento murió despeñado al ascender a una fortaleza. Pero sobre todo son muchas las influencias en la utilización del soneto, Gerardo Lobo es un poeta que abre el siglo XVIII, el siglo del Neoclasicismo.
      No encontramos mejor definición del amor que la que se encuentra en el primer cuarteto de su soneto “Define un amante su amor y declara su cuidado”
 
“Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar  fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la gloria con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego”
 
   El poeta define el amor en su intensidad, como pasión que no permite vivir al amante y que le hace caer en contradicciones. Pretende razonar su situación, pero sabe que es incapaz de controlar sus sentimientos. En los últimos versos del soneto reconoce la causa de sus desvelos y declara su amor abiertamente:
 
“contrariedad que el alma sabe e ignora es,
 Marsia soberana, el amor mío,
¿Preguntáis quién lo causa? Vos, señora”.
 
   Junto al tema universal del amor hay otros sonetos que reflejan la angustia del paso del tiempo “Es difícil la enmienda en la vejez”
 
“Gusté la infancia sin haber gozado
el dulcísimo néctar que bebía;
pasé la adolescencia en la porfía
del estudio inútil, mal aprovechado”
 
   El poeta cae en el peor de los pesimismos y como si fuera un filósofo existencialista del siglo XX considera que el hombre es un ser destinado a la muerte.
 
“...esperar el más arduo vencimiento
quien el día perdió, con su mañana,
en la noche infeliz del desaliento”
 
   Pero siempre en la poesía hay un poco de esperanza y Gerardo Lobo escribe sobre la fuerza de la primavera en la naturaleza:
 
Esa pompa que ahora está marchita;
por aquella estación florida espera
que aviva flores, troncos resucita”.

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