miércoles, 17 de diciembre de 2014

Taxistas y el embuste que nos hemos creído.

No sé si es fruto de la casualidad, pero cuando he tenido que tomar un taxi en una ciudad tan caótica como Madrid, muchos taxistas me han dicho que son nuevos, que son novatos en aquel oficio tan denostado y tan importante, como servicio público fundamental. Amablemente  me lo dicen, indicando que son expertos conductores, que han pasado muchas horas al volante de camiones, de furgonetas de reparto, que saben lo que es sortear la virulencia de un tráfico atroz, pero que han sido despedidos de sus trabajos o la empresa ha quebrado. Por lo tanto, no han tenido otra opción que seguir conduciendo, con la esperanza de conseguir clientes por las calles de la ciudad, en las estaciones de tren, en los hospitales o a la salida de las discotecas. Saben que cuando oyen esa maldita palabra del emprendimiento, ellos la entienden como la del camino que surcan todos los días desde que sale el sol hasta el ocaso, también bajo la luz de la luna.
Saben que el trabajo de taxista no es la panacea para salir de su situación, pero al menos no tienen que sufrir la odiosa situación de reciclarse, realizar cursos de formación, como si fueran adolescentes.

Más que un viaje en taxi, he estado en un confesionario, escuchando las  penas, las cavilaciones como muchos españoles, que entre llantos y quejas a veces llegan a sentirse culpables, como aquel que ha cometido un pecado, el de dejarse arrastrar  por el espejismo de unas políticas, basadas en el lucro, en el dinero fácil. Han sido tantos los golpes que ha sufrido la población española, que más que la protesta, más que la rebeldía,  los ciudadanos han optado por el silencio de la decepción. Nos han convencido de que vivíamos por  encima de nuestras posibilidades, y este embuste nos lo hemos creído.

domingo, 23 de noviembre de 2014

LA ÚLTIMA TUMBA,de ALEXIS RAVELO

Cada vez me irritan más las personas que reconocen que no les gusta leer y lo atribuyen al hecho de que la lectura es un ejercicio aburrido, plomizo, considerando que  toda aquella aversión nació a causa de  las lecturas obligatorias de obras como La Celestina o  la poesía de Góngora, durante su etapa escolar.  Como siempre ocurre, nunca se premia la ingente labor que hacen los profesores en  los colegios e institutos, en cambio se admiran las frivolidades, disfrazadas de vulgaridad,  de aquellos personajes famosos que nos rodean por todos los ámbitos de la comunicación.   Por eso, me gusta recomendar novelas que hacen de la intriga y del suspense sus señas de identidad.  A veces, cuando una obra literaria me encanta, siempre pienso en aquellos a los que no les gusta leer, y cuando disfruto con el ejercicio literario, deseo compartir con todos esa satisfacción.
La novela “La última tumba” del escritor canario Alexis Ravelo ganó la  edición  XVII  del Premio Novela Negra Ciudad de Getafe. Para mí,  se trata de una historia que mezcla los géneros de novela negra, novela picaresca y cuadro de costumbres.  El protagonista Adrián, libre después de veinte años de condena,  es el narrador protagonista de esta bien trazada obra literaria, porque  desde su salida de la cárcel el lector tiene muy claro que  ante una aparente reinserción subyace un obsesivo deseo de venganza.
Es una novela negra, porque tiene todos los elementos propios de novela policiaca, entre ellos la violencia, la investigación en  torno a un crimen ocurrido en los años ochenta. De lo novela picaresca, además de la condición de relato autobiográfico, aparece la marginalidad, el retrato de las más bajas pasiones, mezcladas con un total crudeza. Por último, es un cuadro de costumbres, porque el escenario es la idílica isla de Gran Canaria, mostrando  parajes tan distintos como la Playa de Maspalomas  y las barriadas más marginales de la populosa ciudad de Las Palmas.


LAS GASOLINERAS


Una de las evidencias de que no van bien las cosas por España no son solo las cifras de desempleo, altísimas como los niveles de colesterol y triglicéridos en un análisis médico. La prueba la encontramos cuando viajamos por las carreteras del país y vemos que las gasolineras han cerrado, han sucumbido, se han hundido sin una posibilidad de reparación, mostrando instalaciones desvencijadas y surtidores llenos de la porquería que produce el abandono. En algunas ocasiones, el viajero como sacado de una road movie americana se ha encontrado con el pavor de no poder repostar en más de sesenta kilómetros en toda la amplitud de la llanura de la Mancha. Lo que antes era el motor económico de un pueblo, el oasis que atraía cafeterías, restaurantes o servicio de lavado, ahora se ha convertido en un esqueleto exánime.

Se da la circunstancia de que en el comienzo de la noche hay gasolineras de centros comerciales, que tienen filas interminables de vehículos esperando la ansiada oferta, la preciada rebaja en el precio de combustible, mientras que en las autovías y carreteras convencionales no hay una sola estación de servicio abierta en horario nocturno. Hace años la circulación de coches y camiones era tan intensa que hasta en las horas más intempestivas era necesario un servicio tan fundamental, como podría ser una farmacia de guardia, pero la economía está parada y los negocios se resienten con la brutalidad más indescriptible. La única utilidad para alguna de estas gasolineras ha sido el rodaje de películas, cuyo guion bien podría parecerse a "Pedro Páramo" de Juan Rulfo.

jueves, 23 de octubre de 2014

El precio de la vivienda

Una de las noticias que en el mes de septiembre se dio como muy positiva era que el precio de la vivienda había subido, después de más de seis años de caída. Ese optimismo se mostraba en los medios de comunicación y tampoco faltaba esa alegría en la clase política, porque así aseveraban que la recuperación económica definitivamente ha llegado. Pero otros pensamos que ha calado ese histórico lema del ministro franquista José Luis Arrese que en 1957 decía: “Queremos un país de propietarios y no de proletarios”. Ya estamos acostumbrados a que en España haya dos bandos, personas

de derechas y de izquierdas, los que tienen trabajo y los que están en desempleo, pero sobre todo la separación es mucho más grande entre los que tienen vivienda en propiedad y aquellos que no la tienen, lo cual no quiere decir que sean personas sin techo. No sé quién se puede alegrar de que la vivienda suba, imagino que lo harán aquellos que, como los antiguos hacendados rurales, acumulan propiedades inmobiliarias con el único fin de la especulación. También los bancos, los constructores vivirán con regocijo esta situación, porque desean volver al mismo sistema que les ha hecho millonarios y enfangado a millones de familias. Más bien sería una buena noticia que la vivienda nunca más fuera noticia, es decir, que fuera asequible su precio, que la opción del alquiler sea la más idónea y recomendable, como ocurre en gran parte de los países de Europa. Pero es ya tan difícil cambiar nuestra educación de propietarios, la  falsa idea de poseer una vivienda, como si fuera “una cárcel de oro, como decía la copla”.

jueves, 11 de septiembre de 2014

LOS RICOS TIENEN TODO


A veces las canciones que escuchamos en la infancia se vuelven a escuchar después de muchos años y su mensaje es más claro y rotundo, porque la candidez de nuestros primeros años de vida no nos deja entender el mensaje, porque somos tremendamente ingenuos. Me estoy acordando de un himno de los que cantaban en cualquier parroquia católica en la década de los ochenta. Era una canción de gospell que con el título "Salva a tu pueblo" era una muestra de cercanía a los más pobres, a la que aspiraba el cristianismo, como una religión que parecía contagiada de la teología de la liberación. No es mi intención en este artículo hablar de la religión y sus circunstancias, pero recuerdo ese himno, en especial esta estrofa:


"Han racionado el aire, han secuestrado el sol
Los ricos tienen todo, menos nuestro dolor.
Lo dice el cielo, lo dice el mar,
Tanta injusticia ha de acabar
Cese el dolor, venga la paz,
¡Salva a tu pueblo!

Y la evidencia se repite a más no poder "Los ricos tienen todo", como una tesis tan actual, que nos hace desesperar al pensar que no podemos hacer nada por conseguir un mundo mejor. 

Esos ricos no son seres ajenos, inmersos en alguna sociedad de países de democracias inconsistentes. Esos ricos están en países como el nuestro, que son fruto de una corrupción política que se ha generado por unos intereses particulares, con la avaricia del que no quiere justicia social. En realidad, los ricos tienen todo, tienen propiedades inmobiliarias, grandes cuentas bancarias, por supuesto en paraísos fiscales, para no pagar impuestos, para que aquí haya menos dinero para sanidad y educación pública, por eso no es tan descabellado el verso del himno "Han racionado el aire, han secuestrado el sol". Por desgracia, a diferencia de lo que suplica esta canción religiosa, aquí no hay Dios que salve a este pueblo

lunes, 8 de septiembre de 2014

Dos películas veraniegas

Hay dos películas muy interesantes ambientadas en el verano, como un espacio lúdico, llenas de la vitalidad que se supone que otorga el calor, con el ocio de las vacaciones estivales como el lugar común para el desarrollo de la narración cinematográfica. Apuntándonos a la moda vintage, aquella que eleva a la condición de objeto de culto cualquier producto antiguo, pero no vetusto, destaco dos películas: "La escapada" de Dino Risi y "La ley del deseo" de Pedro Almódovar. La primera de ellas es un film que ya va superando la importantísima etapa del neorrealismo italiano, y es su director uno de los máximos exponentes de la comedia italiana, con títulos como "Perfume de mujer". En el caso del cineasta manchego, esta película nace al final de la época de La Movida, ese movimiento estético y cultural que surge en la transición política, reflejando los soplos de libertad después de muchos años de franquismo. "Il sorpasso", así es su título en italiano, se estrenó en 1962, y "La ley del deseo" en 1987, por lo tanto, ya ha pasado el tiempo suficiente para ser dos clásicos de la cinematografía.

En la festividad del ferragosto italiano dos hombres totalmente diferentes salen de una desértica Roma hacia la playa, el destino ideal para soportar las altas temperaturas del verano. En cierta medida, la película está planteada como una road movie, en la que al mismo tiempo que resuenan con frecuencia las canciones de Pepino di Capri y de Modugno observamos una evolución de los personajes, marcados por una efímera amistad, en la que destaca el histrionismo de Bruno, papel genialmente interpretado por Vitorio Gassman. En el caso de "La ley del deseo", este melodrama nos regala una escena irrepetible, en la que a Carmen Maura un barrendero riega con una manguera en un paseo por las calles de la tórrida noche madrileña. Pero no es menos conmovedora la escena del faro, a la luz de la luna, ambientada precisamente con una canción italiana "Guarda che luna" interpretada por Fred Buscaglione. 

Hay muchas similitudes en las dos películas, que además de recoger la esencia del verano tienen como punto en común los deseos por disfrutar de la vida, sea en la consumación del amor, gozar de los placeres de la comida, el baile, o en proyectos más intelectuales, como los del apocado estudiante de derecho, que acompaña a Bruno por el recorrido de las carreteras italianas, y que aspira a ser un buen abogado. Precisamente otro acierto y rasgo de semejanza es que el timón de las interpretaciones lo llevan personajes maduros, curtidos, que representan actores como Eusebio Poncela en "La ley del deseo" y Gassman en "La escapada".

miércoles, 9 de julio de 2014

El segundo caso del inspector Martín Aldana


Ya lleva meses en las librerías “La última sombra del Greco”, una novela que han escrito conjuntamente Joaquín García Garijo y Santiago Sastre, publicada por la editorial Ledoria. A veces,  las novelas son como los guiones cinematográficos y necesitan varias manos para la  confección de una historia llena de intriga, para que el resultado final tenga la rotundidad de una obra bien hecha. Por eso, al igual que no nos extraña que para las series televisivas exista un equipo de guionistas, yo creo que es todo un acierto que esta novela tenga dos autores, que siguen el esquema claro y reconocible de una novela de género, una novela negra, pero sin el tono demasiado violento de sus textos más clásicos.

Martín Aldana es un policía que viene de Marbella, un destino conflictivo, donde se mueven por igual la corrupción y la violencia. Cree que Toledo es una ciudad fosilizada y apacible. Tiene que resolver su primer caso nada más llegar, la aparición de un cadáver en las inmediaciones de la ermita de la Virgen del Valle. Este es el comienzo de su primer caso, y de la primera novela de estos autores “Mazapán amargo”, publicada por la misma editorial. Por lo tanto, estamos ante el nacimiento de un personaje literario, el policía que se enfrenta a la difícil tarea de descubrir a un criminal. En “La última sombra del Greco” hay varias muertes relacionadas con una estatua atribuida a El Greco, pero lo más acertado de esta amena novela es el humor, sobre todo en lo referente al sexo, pero también es una narración de referencias toledanas, que hacen muy agradable su lectura, por la cercanía de localizaciones de la historia.

jueves, 29 de mayo de 2014

EL TEATRO Y EL FÚTBOL



Este sábado mientras millones de espectadores veían el fútbol por televisión, algunos miles de espectadores llenaban las salas de los teatros de España. No se trata de hacer una comparación odiosa entre los dos espectáculos, pero sí es consecuente dejar muy claro que el deporte nunca llegará a la categoría de cultura, si bien es cierto que es muy saludable para los que lo practican, pero no para los aficionados que sufren las asechanzas del juego, siempre con la pasividad del que contempla uno de los deportes más sobrevalorados de las últimas décadas. No nos engañemos, el fútbol, excepto para el futbolista no deja de ser un espectáculo aburrido, al que se le ha sabido inyectar la esencia de la emoción, identificar con un pueblo, una comunidad o una ideología; sin embargo no ofrece ni una sola idea, ni un aprendizaje, que no sea sumergirse por igual en la euforia o decepción, según el resultado final.

En la final de la Copa de Europa de Lisboa había espectadores inusuales, como nuestra reina Sofía, que contemplaba los vaivenes de la pelota, con la incredulidad de que todo aquello levantara tanta pasión. Seguramente que hubiera preferido estar en un teatro, viendo los gestos y diálogos de los actores, las escenas tramadas con inteligencia, o tal vez, hubiera preferido escuchar un gran concierto, como el réquiem de Verdi que presenció en la catedral toledana. Ciertamente el teatro y el fútbol son dos espectáculos, pero si el primero está lleno de valores, el segundo no es otra cosa que una distracción muy recomendable para perder el tiempo y evadirse por unos minutos de la realidad que nos rodea.

TERTULIANOS

Están en todas las partes y siempre son los mismos. En los medios de comunicación de masas, como la televisión y la radio, aparecen los tertulianos, que son aquellas personas que hacen del noble arte de la conversación su forma de vida. Los coloquios y los debates son sus actividades laborales, por lo tanto, son expertos en la oralidad, en utilizar el lenguaje en su forma más directa y espontánea, pero también asumen las consecuencias de no pensar con tiempo un argumento o no analizar una información.
Lo cierto es que son líderes en crear opinión, y la puesta en escena de esas confrontaciones son todo un espectáculo.
Sin embargo, si miramos hacia el pasado, hacia los años de la transición política desde el franquismo a la democracia, había un programa que fue un aprendizaje para muchos españoles de lo que era el consenso, la moderación y sobre todo el diálogo.
Aquel espacio televisivo era La Clave, presentado y moderado por José Luis Balbín. Se hablaba con respeto sobre temas como el aborto, la pena de muerte o el Opus Dei. La charla era natural, sin los recursos histriónicos a los que nos acostumbran los tertulianos actuales.

¿Qué queda de programas como la Clave en la televisión actual? Pues prácticamente nada, porque el medio televisivo ahora, por su propia naturaleza ideológica, comercial, se ha encargado de que los periodistas, analistas políticos sean seres que vociferan sin escuchar a los compañeros, mientras los índices de audiencia suben, cuando aparecen las evidencias de un insulto o una falacia. Otro dato curioso, a diferencia de lo que ocurría años atrás, es que el contertulio que se muestra más progresista, aparece acorralado, y casi cohibido entre aquellos que muestran en ocasiones el  conservadurismo más rancio y trasnochado.

martes, 29 de abril de 2014

FALTA DE RESPETO


Diariamente nos encontramos con muestras de falta de respeto entre las personas. A veces se trata de un insulto, en otros casos se pierde el respeto no admitiendo la autoridad, que otros tienen sobre nosotros para un correcto funcionamiento de la sociedad. La expresidenta madrileña Esperanza Aguirre cometió una infracción de tráfico que, además de ser trending topic en el mundo de internet, fue una clara muestra de falta de respeto. Se puede decir de muchas maneras, pero lo que todos sabemos es que aquel incidente desembocó en gestos de mala educación.
Vivimos en un país donde se pierden las formas un día sí y otro también, en un continuo desacato, con todo el sentido de sus acepciones “calumniando, injuriando o amenazando a una autoridad en el ejercicio de sus funciones”. Así pues, no nos extraña que haya agresiones a personal sanitario, docente, porque estamos inmersos en una dinámica del grito y de la furia, como cualidades del carácter.
A veces me pregunto si todos estos rasgos son congénitos de nuestra cultura, forjada en el pesimismo y en la picaresca del Siglo de Oro, en la desconfianza hacia los demás, en la defensa a ultranza de lo que consideramos propio, como es nuestro honor y buen nombre. Todo esto se podría solucionar dando la importancia que se merece a nuestro sistema educativo, pero no olvidemos que ya había planteadas materias como Educación y Ciudadanía que, dentro de sus limitaciones, al adolescente le marcaba el rumbo de la convivencia en la sociedad que está descubriendo.
Sin embargo, en una educación recortada y mutilada, desmembrada por los efectos de la privatización, los únicos valores que se pueden enseñar en medio de un naufragio político, económico y moral es “sálvese quien pueda”

viernes, 4 de abril de 2014

EL VOTO FOROFO


Definitivamente estamos ya en campaña electoral, se nota en el ambiente político, en las formas de actuar de nuestros gobernantes y de los políticos de la oposición. En cierta medida, las elecciones son algo parecido a las competiciones deportivas. Nosotros que estamos tan acostumbrados a las temporadas futbolísticas no nos resulta difícil entender la jerga propia de la confrontación, sean equipos de jugadores o partidos políticos. Pero en la democracia, según nos quieren convencer, todos participamos con nuestro voto para la constitución de un país, una región o un ayuntamiento.
Así pues, a los ciudadanos no nos queda otro remedio que votar, si es que queremos sentirnos como los futbolistas de nuestro equipo preferido, y nuestro voto sería una manera de arrimar el hombro o tirar un penalti, para ganar la liga o ganar la copa de Europa.
En mayo empieza la competición, sin duda, con un trofeo menor, de los que no nos tomamos en serio, pero que es un calentamiento para  las elecciones autonómicas y generales. Casi siempre, los votantes nos comportamos como esos forofos de los equipos de fútbol y metemos en la urna nuestro voto forofo.
Seguramente que nos hemos quejado de la mala actuación política, de los brutales recortes en sanidad y educación, de los casos de corrupción, sin embargo, al igual que nos enfadamos por el mal juego de nuestro equipo, no dudamos después en aplaudir en gritar cuando vencemos al máximo rival.
Nuestro voto es un voto forofo, como el de los hinchas deportivos, ni siquiera votamos por ideología.  

lunes, 24 de febrero de 2014

LA UTILIDAD DE LA FILOSOFÍA

Hace unos días escuché una tertulia radiofónica en la que los filósofos Javier Sádaba y el toledano José Antonio Marina justificaban el valor y la utilidad de la filosofía. En otros tiempos sería impensable que dos importantes intelectuales tuvieran que buscar argumentos para hacer creíble lo que todos siempre hemos reconocido, es decir, la  filosofía es el amor a la sabiduría. Sin embargo, como consecuencia de la nueva ley educativa, las clases de filosofía quedarán relegadas a una asignatura muy secundaria, con la apariencia de lo insignificante. Tal vez, palabras como esencia e idea, sean reemplazadas por otras con sonido más vibrante, como emprendedor, puesto que, de manera desesperada, se exige que los nuevos alumnos sean emprendedores, como si no supiéramos que para ser empresario, a veces basta con tener un capital y contratar empleados con un bajo salario.
En 1991 el escritor noruego Jostein Gaarder publicó “El mundo de Sofía”, una novela didáctica sobre el aprendizaje de la filosofía.
Fue todo un éxito de ventas, y sorprendió la conexión entre los adolescentes y esta asignatura, porque la filosofía nace de la curiosidad de un niño, de un joven por preguntarse el origen de las cosas, sus causas, porque ellos no creen en la imposición ni en la certeza de los dogmas. Podemos entender que la finalidad de la filosofía es formar personas críticas, con la capacidad de dar argumentos, de buscar consenso por medio del diálogo. Pero estas pretensiones chocan con una sociedad como la nuestra, donde hay un miedo terrible al espíritu de asamblea.

También sigue existiendo esa segregación irreconciliable entre las letras y las ciencias, sin tener en cuenta que grandes personajes de nuestro tiempo como Bertrand Russel era filósofo y matemático con la misma genialidad. Y en nuestro país, Gregorio Marañón fue un médico y ensayista, Juan Benet ingeniero y escritor. Por último, llego a la conclusión del poco interés por la filosofía y de la cultura en general, mientras termino este artículo y en la emisora pública RNE trastocan la emisión del programa cultural “La estación azul” para retransmitir un partido de fútbol intrascendente, pero de “interés nacional” como decía un político.

HOMENAJE A FÉLIX GRANDE

Son muchos los artículos que recuerdan la figura poética y humana de Félix Grande después de su muerte. Algunos nos indican que ha sido un poeta importantísimo de la segunda mitad del siglo XX, a camino entre la poesía social y los nuevos experimentos literarios. También se ha dicho que el mundo del flamenco está de luto, porque fue un crítico genial, con obras como "García Lorca y el flamenco". En algún obituario se le destaca como un manchego ilustre, no en vano sus restos mortales descansan para siempre en Tomelloso.
No soy un experto en su poesía, ni siquiera conozco la totalidad de su obra, sin embargo desde hace años guardo un poema suyo, que descubrí en una antología de la poesía española. Es un poema de poco más de cuarenta versos, de su libro "Música amenazada" de 1966.
"Donde fuiste feliz alguna vez
no debieras volver jamás....."
Enseguida supe que el texto era toda una revelación, porque contenía en su brevedad el compendio de todos los temas que nos preocupan como el amor, la nostalgia, la soledad.
"Si la felicidad te la dio una mujer
ahora habrá envejecido u olvidado..."
En esta ocasión, su poesía sale de los vaivenes de la poesía social, comprometida, para centrarse en los temas cotidianos, íntimos. Estamos hablando de la poesía de la experiencia, y bajo ese amparo escribieron otros autores como Ángel González y Claudio Rodríguez. Sin embargo, no tardó mucho en utilizar un lenguaje culturalista, porque en 1967 publicó "Blanco spirituals", una poesía cercana a las técnicas que desarrollaría la generación de los "novísimos"
Guardaré siempre este poema de Félix Grande, y lo releeré, sobre todo, cuando me invada la nostalgia, y aceptaré su consejo de hombre sabio y sensible.
"No debieras volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan solo sobrevive
para vengarse en la ilusión"

martes, 21 de enero de 2014

El teatro en Toledo


 

La programación cultural toledana ya está en marcha, ahora que estamos sumergidos en el otoño, una de las estaciones ideales para pasear por la ciudad y para contemplar sus atardeceres. Por fin, después de muchos años de espera, además del precioso Teatro de Rojas podemos disfrutar del Auditorio El Greco, o dicho de una manera más vulgar, el salón de actos del Palacio de Congresos, lo que siempre se ha llamado el "Miradero". La variedad de espectáculos es ingente, porque al tradicional ciclo de teatro clásico se unen otros ciclos de teatro infantil, musicales, además de las representaciones que fuera de ciclo llegan a Toledo, con los mejores actores de la escena española. Así pues, es fácil escuchar el verso clásico de Calderón de la Barca y a la semana siguiente presenciar los entresijos de un drama actual sobre los problemas de nuestro tiempo. Por supuesto, que no faltan las óperas más solemnes y las castizas zarzuelas.
En definitiva, Toledo tiene su vida cultural como tendría que ser normal en una ciudad que es la cultura en mayúsculas. Sin embargo, la realidad es que esta oferta es escasa para la gran demanda de público que asiste a estas salas. El ejemplo es claro, para la obra de teatro "Hécuba", que interpreta Concha Velasco, bastó una hora de apertura de inicio de venta para que se llenara todo el aforo del auditorio. Generalmente ocurre con casi todas las obras, porque dos semanas antes del evento ya está colgado el cartel de "No hay entradas". Esto nos llevaría a congratularnos y pensar que en esta ciudad hay un gran interés por la cultura, pero también esto lleva a la reflexión de que Toledo sigue teniendo una programación cultural como hace veinte años, como de ciudad de provincias, que es escasa en el número de representaciones. Las circunstancias han cambiado, y al igual que vemos plazas de toros y campos de fútbol vacíos, por el contrario, cada vez hay más personas que piden cultura y prefieren gastarse su dinero en el maravilloso mundo del teatro.

Elegir la política


La noticia sobre la reducción de los diputados en el congreso regional de Castilla-La Mancha es una noticia importante en una semana tan convulsa, como las precedentes siempre que se habla de política y de políticos, como un oficio denostado, cercado por la corrupción, tachado de la inutilidad más absoluta. Además la propuesta de esta eliminación de plazas en el antiguo convento de San Gil, justificada por la austeridad de esta época, llegó al Congreso de los Diputados. Alguno podría pensar para qué sirven los políticos, si realmente son importantes, y por casualidad, ha llegado a mis manos estos días el ensayo "El valor de elegir" de Fernando Savater. Dedica todo un capítulo a este servicio público "La política no siempre es buena, pero su minimización o desprestigio resulta invariablemente un síntoma mucho peor". En este texto el filósofo vasco desconfía de todos aquellos que afirman "no meterse en política" y dice "en la época franquista uno podría ser gobernador civil, incluso ministro sin dedicarse a la política, ni contagiarse de ella".
En realidad, aunque sea con una relación de amor y odio, los ciudadanos necesitan buenos políticos, o al menos, personas que puedan representar, trabajar por los intereses de un pueblo, aunque solo se acuerden de ese pueblo una vez cada cuatro años. Por supuesto, que nadie está de acuerdo en que la política sea una oferta de trabajo endogámica, solo para los simpatizantes de una u otra ideología, pero, con la ausencia de estos portavoces, posiblemente en las zonas rurales, como ya se ha denunciado, no habrá una autoridad que pida un colegio, un hospital o el arreglo de una carretera.

 

LA MALA EDUCACIÓN


 
Me sorprende la mala educación que muestran periodistas, políticos, tertulianos de los medios de comunicación  cuando,  precisamente, hablan de educación.  Su falta de respeto es absoluta, además del desconocimiento del tema y me sorprende la sorna con la que manejan datos, como auténticos especialistas, sin tener ni idea de la situación y siempre lanzando dardos hacia alumnos y profesores. Miran por encima del hombro, pensando que la autoridad de los años es una fuente de sabiduría, pero yo recuerdo con gracia un programa de televisión “¿Sabes más que un niño de primaria?” en el que personas adultas hacían el ridículo frente a niños que mostraban sus destrezas en las ciencias, la literatura o la historia.
Seguramente que en la educación habrá problemas,  pero, en lugar de escuchar a  profesores y familias,  se hace caso de encuestas alejadas del día a día de las clases. Los informes PISA son una serie de fríos datos estadísticos, realizados como algunas encuestas, sin ningún tipo de rigor. Lo curioso es que los resultados negativos son la excusa para aplicar la más denostada ley de educación, como la LOMCE, sin embargo esos aparentes buenos datos obtenidos por  la Comunidad de Madrid sirven para defender la idea de que los recortes son positivos, y les animan a continuar  con la falacia de que se puede hacer más con menos, argumentado así el hachazo presupuestario en  educación.