A veces las canciones
que escuchamos en la infancia se vuelven a escuchar después de muchos años y su
mensaje es más claro y rotundo, porque la candidez de nuestros primeros años de
vida no nos deja entender el mensaje, porque somos tremendamente ingenuos. Me
estoy acordando de un himno de los que cantaban en cualquier parroquia católica
en la década de los ochenta. Era una canción de gospell que con el título
"Salva a tu pueblo" era una muestra de cercanía a los más pobres, a
la que aspiraba el cristianismo, como una religión que parecía contagiada de la
teología de la liberación. No es mi intención en este artículo hablar de la
religión y sus circunstancias, pero recuerdo ese himno, en especial esta estrofa:
"Han racionado
el aire, han secuestrado el sol
Los ricos tienen
todo, menos nuestro dolor.
Lo dice el cielo,
lo dice el mar,
Tanta injusticia ha
de acabar
Cese el dolor,
venga la paz,
¡Salva a tu pueblo!”
Y la evidencia se
repite a más no poder "Los ricos tienen todo", como una tesis tan
actual, que nos hace desesperar al pensar que no podemos hacer nada por
conseguir un mundo mejor.
Esos ricos no son
seres ajenos, inmersos en alguna sociedad de países de democracias
inconsistentes. Esos ricos están en países como el nuestro, que son fruto de
una corrupción política que se ha generado por unos intereses particulares, con
la avaricia del que no quiere justicia social. En realidad, los ricos tienen
todo, tienen propiedades inmobiliarias, grandes cuentas bancarias, por supuesto
en paraísos fiscales, para no pagar impuestos, para que aquí haya menos dinero
para sanidad y educación pública, por eso no es tan descabellado el verso del
himno "Han racionado el aire, han secuestrado el sol". Por desgracia,
a diferencia de lo que suplica esta canción religiosa, aquí no hay Dios que
salve a este pueblo
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