jueves, 11 de septiembre de 2014

LOS RICOS TIENEN TODO


A veces las canciones que escuchamos en la infancia se vuelven a escuchar después de muchos años y su mensaje es más claro y rotundo, porque la candidez de nuestros primeros años de vida no nos deja entender el mensaje, porque somos tremendamente ingenuos. Me estoy acordando de un himno de los que cantaban en cualquier parroquia católica en la década de los ochenta. Era una canción de gospell que con el título "Salva a tu pueblo" era una muestra de cercanía a los más pobres, a la que aspiraba el cristianismo, como una religión que parecía contagiada de la teología de la liberación. No es mi intención en este artículo hablar de la religión y sus circunstancias, pero recuerdo ese himno, en especial esta estrofa:


"Han racionado el aire, han secuestrado el sol
Los ricos tienen todo, menos nuestro dolor.
Lo dice el cielo, lo dice el mar,
Tanta injusticia ha de acabar
Cese el dolor, venga la paz,
¡Salva a tu pueblo!

Y la evidencia se repite a más no poder "Los ricos tienen todo", como una tesis tan actual, que nos hace desesperar al pensar que no podemos hacer nada por conseguir un mundo mejor. 

Esos ricos no son seres ajenos, inmersos en alguna sociedad de países de democracias inconsistentes. Esos ricos están en países como el nuestro, que son fruto de una corrupción política que se ha generado por unos intereses particulares, con la avaricia del que no quiere justicia social. En realidad, los ricos tienen todo, tienen propiedades inmobiliarias, grandes cuentas bancarias, por supuesto en paraísos fiscales, para no pagar impuestos, para que aquí haya menos dinero para sanidad y educación pública, por eso no es tan descabellado el verso del himno "Han racionado el aire, han secuestrado el sol". Por desgracia, a diferencia de lo que suplica esta canción religiosa, aquí no hay Dios que salve a este pueblo

lunes, 8 de septiembre de 2014

Dos películas veraniegas

Hay dos películas muy interesantes ambientadas en el verano, como un espacio lúdico, llenas de la vitalidad que se supone que otorga el calor, con el ocio de las vacaciones estivales como el lugar común para el desarrollo de la narración cinematográfica. Apuntándonos a la moda vintage, aquella que eleva a la condición de objeto de culto cualquier producto antiguo, pero no vetusto, destaco dos películas: "La escapada" de Dino Risi y "La ley del deseo" de Pedro Almódovar. La primera de ellas es un film que ya va superando la importantísima etapa del neorrealismo italiano, y es su director uno de los máximos exponentes de la comedia italiana, con títulos como "Perfume de mujer". En el caso del cineasta manchego, esta película nace al final de la época de La Movida, ese movimiento estético y cultural que surge en la transición política, reflejando los soplos de libertad después de muchos años de franquismo. "Il sorpasso", así es su título en italiano, se estrenó en 1962, y "La ley del deseo" en 1987, por lo tanto, ya ha pasado el tiempo suficiente para ser dos clásicos de la cinematografía.

En la festividad del ferragosto italiano dos hombres totalmente diferentes salen de una desértica Roma hacia la playa, el destino ideal para soportar las altas temperaturas del verano. En cierta medida, la película está planteada como una road movie, en la que al mismo tiempo que resuenan con frecuencia las canciones de Pepino di Capri y de Modugno observamos una evolución de los personajes, marcados por una efímera amistad, en la que destaca el histrionismo de Bruno, papel genialmente interpretado por Vitorio Gassman. En el caso de "La ley del deseo", este melodrama nos regala una escena irrepetible, en la que a Carmen Maura un barrendero riega con una manguera en un paseo por las calles de la tórrida noche madrileña. Pero no es menos conmovedora la escena del faro, a la luz de la luna, ambientada precisamente con una canción italiana "Guarda che luna" interpretada por Fred Buscaglione. 

Hay muchas similitudes en las dos películas, que además de recoger la esencia del verano tienen como punto en común los deseos por disfrutar de la vida, sea en la consumación del amor, gozar de los placeres de la comida, el baile, o en proyectos más intelectuales, como los del apocado estudiante de derecho, que acompaña a Bruno por el recorrido de las carreteras italianas, y que aspira a ser un buen abogado. Precisamente otro acierto y rasgo de semejanza es que el timón de las interpretaciones lo llevan personajes maduros, curtidos, que representan actores como Eusebio Poncela en "La ley del deseo" y Gassman en "La escapada".