sábado, 7 de febrero de 2009

EL TOLEDO DE AZORÍN

En un capítulo de la novela "La voluntad" de Azorín, publicadaen 1902, el protagonista hace un viaje a Toledo, cansado de la vida de Madrid. El autor escribe una serie de reflexiones sobre aquella ciudad de principios de siglo "Toledo es una ciudad sombría, desierta, trágica que le atraea y le sugestiona". Los jóvenes escritores José Martínez Ruiz "Azorín" Y Pío Baroja vinieron a Toledo en diciembre de 1900. De esta experiencia salieron dos novelas "La voluntad" de Azorín y "Camino de perfección" de Pío Baroja. Por aquella época eran dos intelectuales cercanos al anarquismo, pero sobre todo reflejaban la esencia de la Generación del 98. Muchos de sus escritros tratan sobre la decadencia de España y de ciudades como Toledo, que ya había perdido todo su esplendor y se había convertido en una ciudad de provincias.
Al leer esta novela podemos hacer las comparaciones pertinentes entre el Toledo que vio Azorín y el Toledo actual del siglo XXI. Han pasado cien años, pero cuariosamente hay cosas que no han cambiado. El valor religioso de esta ciudad y de sus gentes impresiona al escritor, pero admira a un labrador de Sonseca "por primera vez encuentro un místico que es un pobre labrador castellano que habla con la sencillez y elegancia de Fray Luis de León". En cambio, desconfía de la alta jerarquía eclesiástica, de su retórica. Abiertamente critica al cardenal Sancha, arzobispo de la ciudad "El catolicismo en España es un pleito perdido, entre obispos cursis y clérigos patanes acabarán por matarlo en pocos años". Comprobamos que el anticlericalismo que se atribuía a Azorín en su juventud no era otra cosa que una crítica a la diferencia entre una religiosidad simple y auténtica del pueblo llano y la grandilocuencia de las autoridades eclesiásticas, que se preocupaban más de atacar al progreso que de defender la fe cristiana.
En sus paseos por la ciudad el protagonista, alter ego de Azorín, reflexiona y mezcla crítica literaria, crítica social con un relato de amor. Se enamora platónicamente de una joven toledana que pasea con su madre y piensa en un futuro junto a ella en una ciudad conservadora como Toledo, pero una ciudad tranquila, donde no hay alteraciones ni contratiempos, una ciudad para ser feliz. En la novela dice: "Este es un pueblo feliz, tienen muchos clérigos, tienen muchos militares, van a misa...". Como vemos, Toledo en un siglo ha cambiado muchos, ahora es una ciudad moderna y diversa que conserva un cierto sabor antiguo por las referencias históricas y religiosas, sin embargo hay algo que no ha cambiado, los viajes a esta ciudad se siguen haciendo como si Toledo fuera un anexo de Madrid, un apéndice cultural que en muchas ocasiones sólo se conoce superficialmente.
(Artículo publicado en "Vecinos" en septiembre de 2008 por José Luis Real)

ÁNGEL GUERRA, NOVELA TOLEDANA DE GALDÓS

En 1891 escribe Galdós su novela más toledana "Ángel Guerra". Hay una placa en la calle santa Isabel que contiene estas palabras: "En el año 1891 de la Era de Cristo, aquí moraba Benito Pérez Galdós, y escribió aquí, con palabras siempre jóvenes, Ángel Guerra, poema español de nuestros días, religioso, trágico, burlesco..." El gran escritor canario vivió largas temporadas en Toledo. Le gustaba callejear y visitar los conventos y hablar con las monjas. Él tenía una ideología progresista y era muy crítico con el estamento clerical, pero conectaba muy bien con la sensibilidad y el encanto de las mujeres consagradas de por vida a la oración. Uno de los personajes principales de esta novela, la joven Leré pretende profesar en un convento. En los primeros capítulos de este texto, nos encontramos a un Ángel Guerra, sumergido en todos los avatares y problemas políticos de la época. Pero la muerte de su hija, le produce un natural abatimiento. Decide trasladarse a Toledo y en principio se encuentra perdido en una ciudad que no conocía hasta que consigue encontrar a sus familiares.
Lo importante de esta extensa novela son las apreciaciones y descripciones que hace de una ciudad de finales de siglo, pero también hay un descubrimiento de la ciudad tanto de sus maravillas como de sus miserias. Ángel Guerra, como les ocurre en la actualidad a la mayoría de visitantes sólo conocía la ciudad superficialmente "Fuera de las vías que conducen a Zocodover a la Catedral, y de la calle Ancha a la de la Plata, no sabía dar un paso sin perderse". Sin embargo en esta novela además de la trama que va tejiendo Galdós con multitud de personajes e historias observamos la evolución del personaje principal hascia un misticismo religioso. También al leer esta novela nos imaginamos un Toledo decadente, en cierta medida ruinoso. Son frecuentes las referencias a la calle del Locum y a la Catedral, como el barrio más importante de la ciudad, pero también escribe sobre la situación penosa en que se encontraba la Judería. En definitiva, esta novela junto a "La Catedral" de Vicente Blasco Ibáñez, es una de las más representativas de Toledo.
(Artículo publicado en "Vecinos"en Toledo noviembre 2008, por José Luis Real)

LA AJORCA DE ORO

De las "Leyendas" de Bécquer hay algunas de temática toledana como "El beso", "El Cristo de la Calavera", pero es en "La ajorca de oro" donde muestra de una manera más lograda ese ejemplo de prosa poética que tanto gustaba a los escritores del Romanticismo. Gustavo Adolfo Bécquer vivió con su hermano Valeriano en Toledo algunas temporadas y enseguida conectó con el espíritu de la ciudad, es decir, la historia y el misterio, como sus identidades más representativas. La leyenda "La ajorca de oro" es una narración breve, pero intensa donde muestra un esquema que repite en gran parte de sus textos. Él oye una historia, generalmente procedente de un pasado remoto, hace una pequeña introducción e introduce un relato fantástico y de terror.
Sin entrar a desvelar el argumento y menos aún el final hay que destacar que en esta leyenda, como en otras del autor, los personajes están tipificados por tópicos de los que Bécquer no se sale. La mujer aparece como caprichosa y el hombre aparece como valiente y de nobles principios. Estsa características también se dan en la más famosa leyenda becqueriana "El monte de las ánimas". Pero lo que más me llama la atención de esta leyenda es que la catedral es un personaje más, con un fuerte grado de personificación "¡La catedral de Toledo! Figuraos un bosque de gigantes palmeras de granito que al entrelazar sus ramas forman una bóveda colosal y magnífica..." Además también aparece el amor y la devoción de los toledanos a la Virgen del Sagrario, la patrona de la ciudad. De ahí parte el conflicto de la historia, la ajorca es un broche dorado "aquel objeto era la ajorca de oro que tiene la Madre de Dios en uno de los brazos en los que descansa su divino Hijo..." Toda la leyenda es una conjunción de intriga, misterio con unas buenas descripciones de un lenguaje muy sugerente que nunca defrauda.
Este artículo fue publicado en el periódico mensual "Vecinos" de Toledo en enero de 2009.