Una de las noticias que en el mes
de septiembre se dio como muy positiva era que el precio de la vivienda había
subido, después de más de seis años de caída. Ese optimismo se mostraba en los
medios de comunicación y tampoco faltaba esa alegría en la clase política, porque
así aseveraban que la recuperación económica definitivamente ha llegado. Pero
otros pensamos que ha calado ese histórico lema del ministro franquista José
Luis Arrese que en 1957 decía: “Queremos un país de propietarios y no de
proletarios”. Ya estamos acostumbrados a que en España haya dos bandos,
personas
de derechas y de izquierdas, los
que tienen trabajo y los que están en desempleo, pero sobre todo la separación
es mucho más grande entre los que tienen vivienda en propiedad y aquellos que
no la tienen, lo cual no quiere decir que sean personas sin techo. No sé quién
se puede alegrar de que la vivienda suba, imagino que lo harán aquellos que,
como los antiguos hacendados rurales, acumulan propiedades inmobiliarias con el
único fin de la especulación. También los bancos, los constructores vivirán con
regocijo esta situación, porque desean volver al mismo sistema que les ha hecho
millonarios y enfangado a millones de familias. Más bien sería una buena
noticia que la vivienda nunca más fuera noticia, es decir, que fuera asequible su
precio, que la opción del alquiler sea la más idónea y recomendable, como
ocurre en gran parte de los países de Europa. Pero es ya tan difícil cambiar nuestra
educación de propietarios, la falsa idea
de poseer una vivienda, como si fuera “una cárcel de oro, como decía la copla”.